Las puertas de interior y exterior siempre han estado presentes a lo largo de la historia de la Humanidad en la arquitectura y forma de vida de cualquier cultura o sociedad. De carácter eminentemente defensivo, pronto paso además a ser un elemento especialmente cuidado al ser, junto con la fachada, la primera expresión del carácter de los moradores del edificio al que franqueaba el acceso.
La evolución humana ha estado repleta de puertas a las que llamar, atravesar o derribar. Vamos a conocer algo más sobre ellas.
Las primeras puertas
A diferencia de las ventanas, invención relativamente reciente y ausente en muchas edificaciones antiguas, la presencia de puertas de interior y de exterior (según los casos) ha sido una constante en la arquitectura de cualquier civilización del mundo.
Salvo dos excepciones (los empanelados de tableros sólidos de yeso minoicos y las puertas de bronce empleadas en las construcciones monumentales sumerias), la materia prima más frecuente por sus idóneas características (resistente y ligera, fácil de trabajar) fue la madera.
Los primeros testimonios de casas bien conservados (poblado de Catal Huyuk, en Asia Menor) nos indican que sobre el 6.000 a. de C. las viviendas eran herméticas y se penetraba en ellas a través de huecos sobre el techo.
Puertas de interior y exterior egipcias
La civilización egipcia nos ha hecho llegar varios de sus interesantes legados en forma de modelos de puertas, todas ellas procedentes de tumbas. Una de las más antiguas, rescatada de la tumba de Hesiré (2.700 a. de C.) es de madera de sicomoro.
En la famosa tumba de Tutankamon (1.350 a. de C) se encontraron 4 puertas forradas de oro y con tiradores y pasadores muy parecidos a los actuales.
Los restos de construcciones corrientes en algún poblado de obreros constructores de pirámides revelan la disposición de los accesos al exterior:
Las puertas de la Biblia
La Biblia recoge frecuentes alusiones a las puertas. Así, en el Antiguo Testamento y en relación con la construcción del Templo de Jerusalén en tiempos del rey David, que finalmente inició su hijo Salomón, se cuenta:
«Preparó también David hierro en abundancia para la clavazón de las hojas de las puertas y para las grapas, incalculable cantidad de bronce y madera de cedro innumerable…» (Cr 22 3-5).
En esta moderna reproducción que se ha hecho en forma de maqueta del templo original se aprecia que, además de las puertas de interior que no se ven, había gran cantidad de pórticos que tapar.
En Espacios en Madera, sabremos convertir también cada puerta en un elemento artístico, cada casa en el propio palacio de quién la habita.
Espacios en Madera, puertas de interior que hacen historia.