Las puertas de interior de Europa occidental sufrieron una evolución surgida de la influencia de las potencias hegemónicas en cada momento. El impulso de los Borbones franceses y, años más tarde, de la imperial Inglaterra victoriana marcó también la tendencia en cuanto a arquitectura y decoración interior se refiere a lo largo del XVIII y el XIX.

Francia y Gran Bretaña serán, durante muchos años, quienes marquen el paso en casi todos las cuestiones importantes del continente europeo.

El barroco tardío

Superado el esplendor versallesco de la corte de Luis XIV, el repertorio decorarivo de las puertas de interior en la época de su sucesor Luis XV libera y descarga formas, redondeando los ángulos de los plafones y bastidores y decantándose por una decoración a base de rocalla, flores, cintas y fantasías de frutas.

Mientras que en la arquitectura doméstica y en exteriores se deja vista la madera, los acabados interiores siguen siendo lacados blancos y dorados.

El Barroco inglés, a través del estilo Reina Ana, es más moderado aún que el francés y utiliza maderas de arce, nogal y pino vistos. Con posterioridad, el Chippendale utiliza profusamente la caoba mientras que el Sheraton suele emplear las profusas continentales.

Puertas de interior en el siglo XVIII

Durante el siglo XVIII, las puertas de interior plafonadas con formas contenidas continúan siendo las más extendidas por toda Europa. Como novedad, la clásica moldura de contorno de ballesta.

La Enciclopedia de Diderot y D’Alambert recoge las primeras descripciones de fabricación de puertas plafonadas en cuanto a técnicas, escuadrías más habituales y herramientas empleadas en el proceso: el plafón central de madera se encaja a presión en un rebaje efectuado en el bastidor gracias a sus bordes afilados; los cepillos de cuchillas curvas enriquecen el catálogo de molduras y el perfil de la junta entre hoja y cerco, en cuello de cisne o boca de lobo.

Con los nuevos estilos de finales del XVIII (Neoclásico, Regencia…), los paneles de las puertas tienden a desaparecer recuperándose el espíritu funcional del conjunto.

El siglo XIX

Las puertas de interior del siglo XIX recuperan su carácter historicista que degenera en un eclecticismo que toma elementos de todos los estilos anteriores y combina Luis XIV, Renacimiento, Imperio y Gótico.

La puerta victoriana, que utiliza elementos geométricos elementales, pero con aditamentos barrocos puntuales, fue la gran protagonista de este siglo.


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